Por qué querías darle a la liebre la obligación de venir
cada mañana a la puerta de tu casa con el diario en la boca como si fuera un
perro. Y por qué querrías que un perro te alcanzara el diario, por qué ibas a
pretender que te alcancen las cosas, por qué un perro que entienda inglés. Que
entienda Sit.
Dice alguien: andás mal vos, estás como un perro llamado
Sit, estás muy confundido.
En cambio tenés la certeza de que a una liebre no hay que
llamarla por su nombre. No Claudia, no: liebre Claudia no y liebre Amalia ni
Josi ni Tana ni Lulú ni Dientes. Y tampoco hay que pedirle que se siente.
Simplemente hay que conseguir a alguien que sepa de liebres, y pedirle que la
castigue y le de premios cuando se los merezca, hasta que por fin traiga el
diario todas las mañanas hasta tu puerta.
La liebre, sin embargo liebre, hizo bolitas de caca en el
pasillo y en un rincón de la cocina. En el mismo lugar donde le destinamos su
comedero de zanahorias y su agua. La liebre cagó donde debía comer, y no comió
las zanahorias. Yo ahora te pregunto, ¿vos sabés qué anda haciendo tu liebre?
porque comer, come, pero qué: no sé.
¿Las zanahorias no las comió?
decís.
Los dos miramos el plato de zanahorias. Agarrás un diario
viejo y juntás las bolitas de caca que están ahí y hacés un bollito que tirás
al tacho. La pelotita de papel tiene el horóscopo chino, justo un dibujo de un
mono.
Tenemos las manos en la cintura. Yo te digo que yo te avisé que
con la liebre no vamos a poder. Quisiéramos un control remoto que nos
desautomatice para ponernos a juntar la caca que quedó en el pasillo y yo
empiezo: no, no se comió las zanahorias, ¿no ves? se debe haber comido la goma
espuma de un sillón, o algún bicho: los bichos atraen bichos, vos te pensás que
ahora con la caca de la liebre por todas partes no van a venir cucarachas por
ejemplo, o quizás directamente es mierda lo que comió y mierda lo que hizo caca, te das cuenta ,
qué mala idea esta de la liebre qué malas ideas en una casa tan chica, no sé,
podríamos poner una maceta, tener una planta, regarla. /// Mientras, vos juntás caca de liebre por el pasillo con la parte de atrás del diario y se me ocurre que si la liebre trae el
diario seguro lo trae medio babeado y si además come mierda…
Tenés la liebre en los brazos como si fuera un bebé, ella
mueve rápido la nariz y los bigotes y tiene sus dientes afuera y husmea. Te
agachás, buscás una zanahoria y se la das como si fuera una mamadera. No come: la liebre
no come.
Ya vamos a encontrar a alguien, decís
que sepa de liebres.
La dejás en el suelo, doy golpecitos para que se acerque y pruebo darle un pedazo de cartón, lo
agarra con la boca, lo desmenuza y se lo come. Vemos cómo lo hace apoyados en
la mesada. Le gusta el papel, te digo, ¿no ves? ¿cómo va a traer diarios este
bicho?
Hay que ponerle un nombre, me decís.
Pero no responde a un nombre,¿no decías?
Y qué querés que haga, me decís.
Sit, ponele, te digo.
Sit decís
y la liebre se sienta.
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